Este proyecto tiene como fundamento acompañar, inspirar, alimentar y sostener con calidad y calidez a las criaturas que acaban de llegar y comienzan su vida. Así como de potenciar las capacidades expresivas y comunicativas de la criatura y el adulto “casa” que le acompaña en las sesiones.
La música, para mi, cumple con dos cualidades una de ellas maravillosa y específica, la música es el medio, a través de la la armonía y el ritmo se crea una estructura, un espacio sonoro, y a la vez es un lenguaje, un código, así bien;
LA MÚSICA nos acoge y a la vez nos permite contactar con nosotros mismos y poder expresarnos, conectando la experiencia personal e individual a la de un grupo, que apoya y sostiene, comparte y coocrea, mi labor es poner en marcha este espacio de cuidado, confianza y libre de juicio donde poder explorar.
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Múxics
Talleres de música en familia
El adulto tiene la posibilidad de observar y conocer a la criatura a la que acompaña y a la vez de enriquecerse de la diversidad, las características particulares e innatas de cada una de las criaturas que comparten esta vivencia.
La dinámica requiere de la implicación de los adultos, compartimos el momento y es necesaria la presencia física pero también un estado interno predispuesto a estar en lo que estamos, vivir en coherencia, en este caso asistiendo a un taller de música en familia, y parece una exigencia pero mi experiencia me cuenta que se da de forma natural, llegando a escuchar de la boca de una madre después al finalizar una sesión semanal, con una sonrisa en la cara de satisfacción y alivio “este ratito de la semana no pienso en nada! estoy aquí y ya”

Continuando en la línea de adulto, mi voluntad en estas sesiones es que el adulto se reconcilie con su propia voz, con el paso de los años, de forma muy extendida, los adultos van escondiéndola por miedo y no aceptación, no hace falta ser cantante de ópera para venir a estas sesiones, es necesario poner al voz al servicio de nuestro ser, dejar que salga y fluya, que juegue y pueda ser el hilo que teje esta estructura, este espacio de compartir y explorar.
Y nunca olvidar que el timbre del adulto que acompaña a su criatura es el ancla. Los bebés vienen al mundo abiertos, sus antenas están abiertas y el oído es uno de sus sentidos guía y tiene la llave de “casa”, en la sesión es fundamental que la voz de su acompañante esté presente, de esta forma se empieza a construir la capa de confianza, de confort, donde poco a poco estar seguro para poder aprender.


Y hablo por primera vez de este concepto hasta ahora, aprender en este caso no solo es de la música, ya que sería redundante si este proyecto es básicamente musical, aprender a estar, a esperar, a observar, a sentir, a percibir y saber como es el funcionamiento, la dinámica, aprender a respetar, y sobre todo aprender a poder ser quienes son respetando a los demás.
Y esto llevado a la sala es, escuchar a los demás, seguir las pautas de la facilitadora, en este caso yo, respetar el turno, esperar a que se reparta el material, entender el juego y participar, y aprender a que cada uno tiene su propio ritmo de evolución e implicación, es muy claro como hay criaturas que desde la primera sesión participan de forma activa, en cambio, otros necesitan semanas, una vez que han asimilado y observado empiezan poco a poco a manifestarse de forma activa, y no digo que no estuvieran activos, ya que en realidad su sistema lo que está haciendo es observar con nitidez su entorno, y volviendo al punto, es importante aprender que cada uno tiene sus tiempos y todos, absolutamente todos están bien, son válidos.
En Múxics trabajamos para que cada sesión sea un regalo compartido:
Un espacio de juego sonoro, de encuentro con uno mismo y con los demás, y sobre todo, de vínculo y disfrute en familia